En mi trayecto de formación como historiador profesional, maestros, compañeros, colegas y familiares han sido un pilar fundamental. En primer lugar los agradecimientos a quienes contribuyeron a mi formación con especial mención a Josefina Cuesta Bustillo, directora de mis trabajos en la Universidad de Salamanca y a Pablo Pozzi, de quien he aprendido de sus trabajos más también de las conversaciones con él. A mis compañeros de la Asociación de Historia Oral de la República Argentina con especial mención a Liliana Barela, Adriana Echezuri y Cristina Viano. Mismo a mis colegas de la Red Latinaomericana de Historia Oral, a quienes he leído y con quienes he compartido espacios de reflexión.

En este trayecto de formación un agradecimiento especial para Carol Solís, Cecilia AzconeguiMarianela Scocco y Luciano Alonso con quienes hemos podido generar espacios de discusión, debate e intercambio sobre la historia del movimiento de Derechos Humanos del país.

Vaya un agradecimiento especial a José María Rodríguez Arias, amigo y hermano con quien comparto proyectos desde hace muchos años y cuya ayuda permanente me ha permitido concretar más de un sueño. También a Francisco Javier Rodríguez Arias.

Asimismo un agradecimiento especial a quienes prestaron su memoria y su voz para narrar distintos aspectos de la historia reciente de nuestra provincia, testimonios sin los cuales sería imposible ubicar esas huellas de la memoria que hacen a nuestra historia.

Un especial agradecimiento a mis padres, Abraham Kotler y Sara Barengols, quienes me han ido acompañando en el camino de mi formación profesional.

Por último un agradecimiento más que especial a mi compañera de vida y ruta, Macarena Hidalgo, quien en los últimos años me ha venido acompañando en cada una de mis aventuras animándome a continuar pese a todo.

Este espacio que espero resulte un espacio de memoria está dedicado a mi hijo EITAN, quien espero aprenda a defender los valores de los derechos humanos y pueda heredar un mundo un poco más justo y equitativo.